miércoles, 29 de mayo de 2019

Día de paro

Corrientes, hoy a las 12.40
A esta altura del siglo XXI, un día de paro es algo así como una suerte de asueto administrativo, porque las grandes corporaciones paran pero el inmenso parque del trabajo informal trabaja normalmente, y muchos o muchísimos trabajadores hacen home office.
La sensación de feriado, en lugar de miedo o de intranquilidad, brinda algo así como una pequeña satisfacción. Es como si la ciudad se incorporara al Slow Movement.
Un paro efectivo es el que logra impedir el funcionamiento del transporte público. Pero los comercios estuvieron mayoritariamente abiertos y activos, y el turismo fluyó en las veredas, en forma más evidente que otros días.
Si bien los empleados formales tuvieron dificultades para llegar a sus puestos de trabajo y los informales se las arreglaban para no perder el jornal, los excluídos se exhibieron normalmente en el microcentro. Ellos no pararon, porque no trabajan y ya ni buscan. No son ni desempleados. Por otra parte, saben que el paro de hoy a ellos no les modificará en nada su futuro.
Los diarios no llegaron, pero también es cierto que cada vez menos se lee el diario en papel. Los canillitas deberían cuidar más a sus lectores, no sea cosa que un día nos demos cuenta que no nos hace más falta recibir el periódico en casa.
Algunos taxistas recorrieron la ciudad en busca de pasajeros, pero los que trabajaron más que nunca son los choferes de Uber y Cabify, y los remiseros, off course.
Es obvio que fue un paro político, pero el efecto económico lo sentiremos todos los argentinos, especialmente los informales y los desplazados.
¿Nadie debería advertir estas cosas? 
¿Vamos a seguir actuando como si fuera el siglo XX?


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