domingo, 14 de diciembre de 2014

Recordándote, Zitarrosa

Todavía resuena en el inconsciente colectivo ese día de 1985, hace casi ya 30 años, en que el célebre actor norteamericano Rock Hudson (1925 - 1985) reconocía públicamente su homosexualidad, forzado por el hecho haber sido uno de los primeros casos publicitados de SIDA en los Estados Unidos.
Famoso por sus papeles de galán del cine clásico moderno, el 30 de julio de 1985, Hudson se convirtió en un símbolo de la lucha contra el HIV. Burt Lancaster, uno de sus pocos amigos que le quedaban, leyó el último mensaje del actor antes de su muerte: “No estoy feliz por tener sida, pero si esto puede ayudar a otros, al menos puedo saber que mi propia desgracia tiene un valor positivo”.
Pocos años después, el 17 de enero de 1989, moría otro ícono de la masculinidad rioplatense, Alfredo Zitarrosa. Elegante, con la voz grave del tradicional locutor, Zitarrosa fue el folklórico juglar de otra lucha, la de clases.
Pero en este caso, hubo que esperar 20 años para enterarse de su gran secreto personal. A fines de 2008, Alejandro del Prado, uno de los grandes trovadores del pop ochentoso sacó un nuevo disco, que reunía obras nuevas con viejas canciones, y se titulaba Yo Vengo de Otro Siglo.
Una de las canciones de este disco se la dedica a Zitarrosa. Del Prado fue uno de sus guitarristas durante un compartido exilio mexicano. En las entrevistas que dio por la salida de su nuevo disco, Del Prado explica que Zitarroseando -tal el nombre del tema- más que un homenaje al maestro folklorista rioplatense contiene notas de recordación personal.
Concretamente, explicó a la Revista Noticias: ¿“Zitarroseando” es un homenaje? Del Prado: No está “dedicada a”. El tema habla de mí. Él era un grande, y como tal, me hizo pensar en mí. Todavía hoy sigo descifrando la relación que tuvimos. Siempre me gustó mucho hablar de él pero, paradójicamente, ahora que compuse la canción estoy hablando muy poco. Intenté escribir un libro sobre su vida y pensé en hacer una película, se merecía una superproducción porque él era una estrella de Hollywood. Su figura es cautivante y todos los que lo conocieron de cerca lo recuerdan con mucho cariño.
Sin embargo, sí habla de él; esa canción arroja un dato muy importante para la vida del uruguayo en esta estrofa:
"Zambita cantale
Al muchacho prohibido.
No sin pero, si,
Que con sin ton ni son
Digo sin, pero con motivo.
Por eso te pido,
Zambita cantale,
Decíle al oído,
¡Que triste y que lindo!
¡Que alegre es el vuelo
De los “ignoritos”!,
Que silbando van,
Que silbando vienen
por el éter del mundo,
por la plata del río".
El autor de Stephani solía pedirle a la milonga que le cante a algo o a alguien.
En este caso, precisamente, compuso uno de sus más destacadas genialidades a un colega locutor; una zamba, Recordándote. Se trataba de Nelson Rodríguez, a quién trataba en Radio El Espectador.
Así lo atestiguó su media hermana, Cristina Zitarrosa, en un programa especial emitido por Radio Nacional para el 25 aniversario de su muerte. "Era un amor, era un amor, ¿viste? un amor... prohibido", le dijo a Héctor Larrea, conductor del programa y conocido de todos los protagonistas de esta romántica historia quien, dicho sea de paso, manifestó saberlo.
Ciertamente, una golondrina no hace verano. Pero es una revelación sorprendente para quienes, como este humilde bloguero, admiramos al mítico cantor del arrozal.
Antes de que llegue el 17 de enero y cumplan los 26 ños de su partida, tendremos un motivo más para seguir celebrando su 25 aniversario, hablando del genio oriental y escuchando su magnífica obra.+


Recordándote
(zamba)

Oigo tu voz, llamándome,
recuerdos que devuelve el tiempo,
tu voz me nombra y me duele otra vez,
yo ya no puedo volver.

Tu voz me nombra y me duele otra vez,
yo ya no puedo volver.

Oigo tu voz, llamándome,
silencio en el silencio, y siento
que es el vino que me engaña, otra vez,
yo ya no puedo volver.

Que es el vino que me engaña, otra vez,
yo ya no puedo volver.

La noche es tan amarga y lenta,
la zamba te recuerda tanto...
que cuando canto me olvido, mi bien,
que ya murió tu querer.

Que cuando canto me olvido, mi bien,
que ya no puedo volver.

Pienso tus palabras, recordándote,
la noche agranda su silencio,
y en él te escucho, volviendo a decir:
sin ti no puedo vivir.

Y en él te escucho, volviendo a decir:
sin ti no puedo vivir.

Pero las palabras, como el aire son,
aliento que se vuelve viento,
y así tu amor, con el tiempo, murió,
el viento se lo llevó.

Y así tu amor, con el tiempo, murió,
el viento se lo llevó.

La noche es tan amarga y lenta,
la zamba te recuerda tanto...
que cuando canto me olvido, mi bien,
que ya murió tu querer.

Que cuando canto me olvido, mi bien,
que ya no puedo volver.