El trabajo humaniza el capitalismo


El XXIV Encuentro Anual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) volvió a ser noticia este año. El año pasado, durante su discurso de cierre, el presidente Alberto Fernández explicó que está de acuerdo con el capitalismo, pero no con el actual sino con el que soñaba Enrique Shaw. 

El Encuentro de este año contó con un mensaje grabado por el Papa Francisco para la apertura en el que se manifestó feliz de haber firmado recientemente las virtudes heroicas -propias de un proceso de canonización- del referido fundador de ACDE y por compartir las premisas contenidas por el programa.

Una mirada cristiana de la economía debe estar centrada en una sociedad más justa, explicó, que debe transitar el camino de una economía social que se debe construir entre todos: trabajadores y empresarios, sindicalistas y dirigentes, según enumeró. “Tenemos que transitar el camino de la economía social”, recomendó.

“Hay que distinguir entre economía social y economía popular”, aportó el dirigente social del Movimiento Evita Emilio Pérsico. “La economía social -de cooperativas, asociaciones y mutuales- nace dentro de este capitalismo y la economía popular tiende a resolver un problema central de este nuevo capitalismo que es el problema del trabajo; es decir, pone la prioridad sobre la distribución del trabajo y no sobre la plusvalía”.

Cuando una personalidad tan destacada como el Papa se expresa sobre un tema importante es necesario medir tanto lo que dice como lo que soslaya, así como las inflexiones más destacadas.

Tanto el Papa como el magisterio de la Iglesia hacen hincapié en que la economía debe tener como centro al hombre, y la única manera de que adquiera protagonismo es mediante el trabajo, sea como operario, jerarquizado, gerente, inversor o lo que sea. Por eso es que el mensaje puso énfasis en “la economía de lo concreto” versus la financierización, como llamó en Laudato Si a la transformación de la economía real en una economía mediática signada en los últimos tiempos por las burbujas financieras. “Como la cadena de San Antonio -ejemplificó en su mensaje a los empresarios-; creemos que hay mucho y, al final, no hay nada”. Por eso es que se refirió a eso de esconder la plata. Como en el campo cuando la vaca se seca y los paisanos se preguntan por qué esconde la leche. “Uno esconde cuando no tiene la conciencia limpia o cuando está rabioso”, explicó. En cambio, llamó a los empresarios a invertir, y a ser creativos y audaces.

Pero lo que quedó para la anécdota fue aquello de los paraísos fiscales. Ciertamente, Jorge Bergoglio sabe tirar títulos pero no pudo evitar que lo accidental se haya devorado lo sustancial de su mensaje.

“Los países exitosos se caracterizan por tener una profusa oferta de trabajo”, agregó el presidente del XXIV Encuentro, Ignacio Gorupicz, porque es una causa en la que se entremezclan la promoción del bien común y la generación de confianza social. “Empleo registrado, productivo y de calidad; la Organización Internacional del Trabajo lo describe con el adjetivo de ‘decente’.” Luego de lo cual enlistó las condiciones necesarias para la creación de trabajo: un contexto macroeconómico previsible, educación para la empleabilidad, igualdad de género, seguridad jurídica para invertir, cuidado del medio ambiente, una economía verde y circular, libertad de contratación, condiciones de trabajo saludables y seguras, adaptabilidad al cambio tecnológico, umbrales mínimos de ingreso por encima de la línea de la pobreza, menor presión impositiva en las escalas más bajas, y un marco legal justo.

“Desde antes de la pandemia el mercado del trabajo era puesto a prueba una vez más por los avances de la tecnología”, argumentó el presidente de ACDE, Gonzalo Tanoira quien reconoció además que “las reglas del capitalismo estaban profundizando los niveles de desigualdad mundiales (...) el mundo hoy es un lugar mejor para que millones de personas puedan progresar y tener una vida digna. Pero, aún así, todavía falta mucho por hacer para lograr un capitalismo que contemple al ser humano en toda su dimensión”.

Tanoira también listó los ingredientes para lograr que eso suceda, entre los que destacó el papel de la libertad, en primer término; la democracia; el cuidado del medio ambiente; la defensa de la propiedad privada; el espíritu emprendedor; la apertura internacional; un sistema fiscal justo y equitativo; un Estado ágil y eficiente; la solidaridad social y, para concluir, agregó la presencia para aceptar los sacrificios que haya que asumir y “por último, pero quizás lo más importante de todo, lo que le da sentido a todo este diseño, y lo que nos da la fuerza para pensar en esta nueva sociedad del futuro, es la posibilidad de volver a Dios. Hemos visto cómo el individualismo tomaba mayor preponderancia bajo el lema del sálvese quien pueda. Un Capitalismo más humano sin duda tiene que ver con volver a la esencia del mensaje de Jesús, que pone al amor a Dios y al prójimo por sobre todo lo demás. Hasta que no entendamos esto no podremos diseñar ese nuevo capitalismo que tanto necesitamos”.


La economía actual

Estas pautas son deontológicas. Mientras tanto hay que convivir con la realidad acuciante de cada día, con los vencimientos bancarios, los juicios laborales, la voracidad fiscal, los costos ocultos, el desánimo popular, etc.

Como decía la publicidad de una tarjeta de crédito, “para todo eso también está…” una variedad de recursos que pueden ser muy útiles:

1) Para el resguardo de las inversiones

La industria automotriz en la Argentina tuvo dos grandes aciertos que le permitieron su proyección en el tiempo: un acuerdo intrasectorial y una complementación regional.

Para lo primero suele contar Julián Domínguez que hubo que sentar al sindicato, el empresariado y al Gobierno en una mesa para poder alinear los intereses de modo de establecer algunas pautas básicas de convivencia.

No hay crecimiento económico sin paz social ni previsibilidad regulatoria. Fue imprescindible confiar la mediación a un tercero indiscutible. Los mecánicos se volcaron por el IAE de la Universidad Austral, de modo de conquistar la confianza empresarial. La buena voluntad y la inteligencia hicieron el resto.

Al mismo tiempo el Gobierno advirtió que, de no definir una especialización nacional dentro del Mercosur, la escala brasileña se devoraría a la industria local. De allí que favoreció el diálogo con sus pares brasileños de modo de realizar una complementación de terminales y fábricas autopartistas a partir de una especialización: la Argentina se dedicaría a las camionetas y su vecino gigantesco, a los vehículos, naturalmente masivos.

2) Para el arraigo local

Desde mediados del siglo XX en adelante, la oferta de trabajo se concentró en el sector industrial y en el conurbano de las grandes ciudades.

El Consejo Agroindustrial Argentino promueve una iniciativa que logró reunir al llamado “campo” en un formato de representación sectorial vertical y federal, que incluyó y amplificó la voz de la Mesa de Enlace.

El Consejo reúne a unas 65 federaciones nacionales que representan a las cadenas económicas de las llamadas economías regionales, incluyendo a las de la pampa húmeda o la llamada Zona núcleo. Se propone potenciar la capacidad exportadora de rubros tan disímiles como la pesca, el maíz, la caña de azúcar o la yerba mate.

El modelo agroindustrial se para enfrente de la llamada economía fósil y se proyecta hacia la bioeconomía, un modelo de desarrollo económico que considera que el flete de la masa orgánica es más caro y deja más huella de carbono que la producción que se realiza al pie del cultivo o en la proximidad de la hacienda. Por otra parte, considera que su energía es la solar y el proceso productivo se realiza dentro del ser vivo. Consecuentemente, su interfaz con la naturaleza es tan funcional que es lógico que la empleabilidad se produzca en un entorno campero, sea chacarero, ganadero, marítimo o fluvial. Los biocombustibles, biomateriales, biofármacos y otra serie de productos de la economía circular recién se insinúan pero no habrá manera de frenarlos en la medida en que se favorezca el proceso.

Pero el gobierno de un porteño condicionado por los patagónicos no puede ver la economía que no sea fósil. De allí, el impulso a la ley que deberíamos llamar de Menos Biocombustibles, ya que disminuye su participación en las naftas; o su despreocupación por la concesión de la Hidrovía, que moviliza principalmente los productos de la pampa húmeda.

3) Para la empleabilidad

La Uocra, preocupada por la altísima rotación de sus trabajadores, ideó un sistema que le facilita a las constructoras la empleabilidad sin preocuparse por las características de un sector que vive por grandes proyectos que tiene una duración específica, pero que involucraron a miles y miles de personas.

El sindicato cobra una cápita por cada trabajador que le permite crear un seguro de desempleo. Cuando el obrero cesa, el sindicato le sigue pagando por un tiempo determinado.

La metodología es perfectible, pero la construcción no deja de gritar a los cuatro vientos las bondades de un esquema legal que parece escaparse de la modalidad vernácula.

Dice Jorge Colina que en el inicio de la pandemia, allá por marzo de 2020, el empleo formal perdió unos 300.000 trabajadores del sector privado y en el informal cerca de un millón; algunos de estos volvieron pero hay 500.000 que no pudieron retomar, muchos de los cuales probablemente se hayan vuelto cuentapropistas.

“Es que el empleo formal es caro en la Argentina -le explicó Colina a Jorge Elías en Universidad Crítica- porque absorbe la mitad del salario del bolsillo del trabajador: 45 por ciento entre riesgos del trabajo, previsión y obra social, y cinco de aporte sindical; además de contemplar dos salarios si hay que desvincularlo al tercer mes y cuatro a los dos años de antigüedad”.

Añadió la situación de competencia que implica para la oferta laboral la red de contención social de los planes sociales, ya que sumados a la tarjeta Alimentar pueden ser más convenientes para un trabajador que lo que está en condiciones de ofrecer en promedio el sector privado.

En la medida en que esto se mantenga, el sistema jubilatorio entraría en crisis ya que la mitad del mercado laboral tiene que sostener el retiro de prácticamente toda la población en situación de retiro, sea por sus años trabajados o por la decisión política de beneficio universal. “Hay que modernizar el Estado para que la economía vuelva a crecer”, sentenció Colina.


La economía popular

Los elementos de descarte de la economía tradicional dieron nacimiento a un segmento creativo e innovador. Los ahora denominados recicladores -antes conocidos como cirujas- pasaron a ser los cuentapropistas del siglo XXI. Aquellos que Carlos Marx bautizó como el lumpen proletariat.

¿Qué son los usurpadores sino una versión mutante y marginal de los desarrolladores inmobiliarios?

El caso más resonante de centro comercial a cielo abierto no es el bucólico centro pueblerino de callecitas empedradas, marquesinas y veredas adornadas por cómodos bancos de plaza, sino la llamada Feria de la Salada. Sus administradores, puesteros, proveedores y fleteros son la versión empobrecida del fenómeno que vimos aparecer con furia en los 90 en torno de los shopping malls o como los queramos denominar.

La versión agropecuaria es clasificada como Agricultura Familiar. Sus cultores -no llegan a ser monotributistas- ataviados con bombachas, alpargatas y boina, evitan crecer más allá de la dimensión que les permite acceder a una serie de beneficios al que sólo pueden aplicar por su condición humilde. El resultado es previsible: les conviene mantener su situación y evitar crecer.

“La economía popular nace de la creatividad de los compañeros y de los poetas sociales que ante la falta de trabajo salen a inventarse la propia changa, sin otro capital que su propio trabajo”, define Emilio Pérsico. Según la encuesta permanente de hogares la dimensión de este universo es de cuatro millones y medio de personas. No cualquier tipo de crecimiento económico está en condiciones de absorberlos, asegura, “y si no resolvemos este problema la Argentina se vuelve inestable. El subsidio no termina resolviendo el problema, porque es el trabajo lo que dignifica a la persona”.

“El mejor plan social es el trabajo”, explica habitualmente Francisco. “Este sistema ha destruido el tejido social”, insistió Pérsico, “su prolongación en el tiempo produce enfermedades sociales”.

Es indiscutible  que la economía popular es un antídoto para la exclusión social. “Sirve para la crisis -aclara el Sumo Pontífice- pero no es una solución de largo plazo”. Pero es evidente que es un elemento ordenador de segmentos que, por su condición marginal, están más que expuestos a las leyes del más fuerte y al capitalismo salvaje del sálvese quien pueda.

La economía popular pudo subsistir merced a las mieles de los planes sociales, pero no hubiese podido sobrevivir al dirigismo al que está sujeta la economía tradicional. El siglo XXI debe inspirarse en parte en este modelo para poder diseñar el híbrido que el capitalismo necesita para renovarse y contener a la economía del siglo XXI.



El trabajo emplea mano de obra

En las últimas décadas, el proceso de sistematización y automatización ha alcanzado un nivel de desarrollo, a tal punto que prácticamente desplazó la presencia humana en la ejecución de las tareas más monótonas y pesadas. Ello, que en principio supone un progreso para la humanidad, produjo en consecuencia un desempleo gigantesco; la inversión en tecnología exige sumas que requieren de altas dosis de competitividad -que suele redundar en cierres de plantas y despidos- para poder alcanzar la enorme concentración económica y financiera que requiere.

Sin embargo, las nuevas tecnologías crean nuevas fuentes de trabajo y no todas requieren de alta capacitación, tales son los casos de las aplicaciones de envíos o la economía colaborativa. Pero todas ellas requieren de un marco regulatorio que favorezca la posibilidad de trabajar en forma digna.

Son las plataformas digitales las que cuentan con capacidad de dar empleo en forma multitudinaria. Ver amenazas, cuando en rigor se trata de la generación de nuevas oportunidades, es síntoma de la miopía que no nos permite agrandar la torta.

Tal generación de oportunidades también involucra a cientos de miles de comercios (no sólo del segmento gastronómico, sino también de muchísimos otros rubros) que, especialmente a partir de la pandemia de Covid-19, les resultó posible afrontar el brutal cierre de puertas como producto del confinamiento y minimizar el impacto del consumo.

Las dificultades en el mercado laboral son el principal factor que explica las razones por las que este sector es capaz de absorber de manera flexible una enorme cantidad de mano de obra no calificada y generar oportunidades de ingresos por encima de otras actividades laborales. Las plataformas representan una de las mayores innovaciones en el mercado laboral porque amplían las fronteras tradicionales para la generación de ingresos. Representan también las primeras manifestaciones de una tendencia que seguirá creciendo y generando nuevas oportunidades.

En la Argentina, son cerca de 30.000 los repartidores que tienen la oportunidad de generar ingresos gracias a estas aplicaciones. Se trata de jóvenes que buscan un trabajo de horario flexible para realizar mientras cursan sus estudios, personas que son sostén de familia y trabajadores que encuentran una opción mejor paga que en otros empleos disponibles. Para ello, deben estar inscriptos como monotributistas como condición excluyente y de esa forma se colabora con la regularización de un sector con alta tasa de informalidad.

Se trata de una disrupción que demanda nuevos marcos normativos para su funcionamiento. Es clave que éstos no frenen los procesos creativos y de generación de empleo y oportunidades. La economía de servicios será la gran generadora de trabajo en el futuro, pero con una dinámica diferente a la que contemplan las regulaciones actuales que van quedando desactualizadas en relación con el avance veloz de la tecnología.

Las empresas del rubro tecnológico muchas veces están por delante de la legislación, precisamente porque aún no se crearon las herramientas para regular lo nuevo.+´)

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