La tos


Una tos alarmante llamó nuestra atención. Me dí vuelta y ví, en la mesa de atrás, contra la pared, a una mujer de unos sesenta años tosiendo fuertemente, con aparente asfixia, y a un hombre, enfrente suyo, que la miraba impávido.
Avergonzado, me dí vuelta. Preferí no intervenir en lo que podía ser una extraña relación de pareja, y seguí almorzando con mi hija, mientras escuchaba con cierta paz que la tos se normalizaba.
"Qué raro", dijimos ambos. "El la miraba sin mosquearse..."
A poco de terminar, sentí a mis espaldas que se levantaban, con algo más de ruido de sillas arrastradas que lo normal y, con el rabillo del ojo, pude ver el bastón blanco del señor que acompañaba a su mujer, de su brazo, parlotando francés.+

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